VIVAMOS UNA CUARESMA SANTA

Queridos Hermanos:

Hoy miércoles 1 de marzo comienza lo que para los cofrades podríamos decir un tiempo bonito, de preparativos, de vida intensa en la hermandad, de cultos; pero vayamos más allá de las tradiciones y populismos, conozcamos un poco mejor en el tiempo litúrgico que entramos hoy, la cuaresma. Os invito a vivir este tiempo cerca de Dios, que sea un tiempo para conocernos y estar más cerca de nuestro Padre.

La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.

La Cuaresma dura 40 días; comienza el miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.

El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.

En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.

La Cuaresma es el tiempo apropiado para purificarnos de nuestras faltas y pecados que han herido el amor de ese Dios Padre; esta purificación la lograremos mediante unas prácticas recomendadas por nuestra madre Iglesia; así llegaremos preparados y limpios interiormente para vivir espiritualmente la Semana Santa, con todo la profundidad, veneración y respeto que merece. Estas prácticas son el ayuno, la oración y la limosna.

·         Ayuno y abstinencia, no sólo de comida, sobre todo, de nuestros egoísmos, perezas, murmuraciones, malos deseos, iras, envidias, rencores, injusticias. Ayuno y abstinencia de cosas buenas para reparar nuestros pecados y ofrecerle a Dios un pequeño sacrificio y un acto de amor; por ejemplo, ayuno de televisión, de diversiones, de cine, de bailes durante este tiempo de cuaresma. Este tipo de ayuno es más meritorio a los ojos de Dios y nos requerirá mucho más esfuerzo y voluntad de nuestra parte.

·         Limosna, no sólo la limosna material. La limosna tiene que ir más allá: prestar ayuda a quien necesita, repartir sonrisa, ofrecer nuestro perdón a quien nos ha ofendido. La limosna es esa disponibilidad a compartir todo, la prontitud a darse a sí mismos.

·         Oración,apertura a Dios. Sin oración, tanto el ayuno como la limosna no se sostendrían. En la oración, Dios va cambiando nuestro corazón creando en nosotros un corazón nuevo y lleno de caridad. La oración me induce a la conversión interior.

Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.

La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.

En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de pruebas y dificultades.

“Conviértete y cree en el Evangelio”

 
 
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